Recordando a Joe Cocker
Recordando a Joe Cocker
En una de aquellas canciones
que Joe Cocker cantó en Woodstock,
aparecía una palabra de
jerga, stoned
Yo pensaba que estaba cantando
algo sobre las piedras.
Después de un tiempo entendí
que ella guardaba una relación directa entre el drogarse y la circunstancia de alguien
que recibe un piedrazo
o azota su cabeza contra el rocoso
pavimento.
Parte de eso puedo decir que
lo había vivido,
conservaba el recuerdo
pétreo de caminatas y duras caídas en las calles,
qué decir de aquella vez que
me adentré buscando no sé qué en la línea férrea.
Consecuencias de deambular
por largas noches en la intemperancia del estado etílico.
Todo eso eran rastros que me
obligaba a dejar para estar seguro de que
no se había tratado de un sueño.
Nada de esto por cierto tuvo
la osadía de parecerse a ciertas cosas insólitas que suceden en Japón.
Desapariciones voluntarias de
personas que al parecer buscan cambiar de identidad, y no queda otra que rotularlos
como evaporados.
Ninguna otra alternativa más
que perderse de esa forma,
en lugares tan vigilados,
tan memoriosos como la ciudad.
En otra oportunidad y justo antes del amanecer,
encontré un expendio de aquellos
abierto, solitario y oscuro,
justo en medio de ese pasillo
intransitable que llamaban barrio chino.
Entré como buscando algo,
Permiso, vengo por las maltas que se me quedaron. le dije a los fantasmas que todavía estaban allí,
Y me retiré por donde había llegado.
Era todo ese ir y venir de tanto
dar vueltas hasta perderse
Debo decir incluso que en cierta
ocasión casi me vi en la necesidad de preguntarles a un grupo de niños el
camino de retorno a casa.
Cuántas veces nosotros también
tuvimos largas conversaciones con esos
Borrachos caballerosos
Con sus historias que siempre
tenían una deriva en la memoria,
De antiguos compañeros futbolistas,
viajes que no recordaban del todo,
y sus representaciones de cómo
esquivaban y asestaban sus golpes en el cuadrilátero.
Un día,
cuando mis viejos amigos ya
no estén acá, saldré a
buscarlos silenciosamente.
A reír y recordar algo en
los lugares que de tanto
estar casi desaparecen.
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